Poemas de Antonio Moreno para este mayo que de repente se convirtió en junio.
Es menos el color de la montaña
que el tono de la luz que la ilumina.
Yo te espero, minuto de belleza.
Vendrás con tu color de luz distinta
en el momento más inesperado.
AL SALIR DE UN BAR
Voy y busco un adjetivo suficiente
para el sol repentino que me espera
a traición al salir del bar de un pueblo,
una palabra que me sirva de algo,
aunque no sea más que un poco, un poco
para hablar de esta luz sobre las piedras
de mínimos relieves,
ordenadas
en la pared con nítida argamasa.
¿Por qué no basta con decir: “He visto
una luz limpia y claras como pocas”?
Un sol en la pared que viene a verme
en mitad de la charla con los otros,
que me llama en secreto para hablarme
de la verdad sin tiempo de mi vida,
de un afán por llegar ignoro adónde,
porque no hay ningún sitio al que llegar,
salvo a esta claridad sin ningún nombre.
Extraña lucha tienen las palabras
por alcanzar la luz sin ser de luz,
por conquistar la luz con su ceguera.
VISIÓN DEL HUMO
Veo subir el humo del cigarro
suspendido en el borde del cristal.
Traza volutas de ondas azuladas
que se dispersan en vaivenes rápidos.
Sutiles espirales, columnillas
y rizos tenues que sin más se pierden.
Como un humo despide nuestra vida,
volutas de palabras y de tardes
de las que se olvidó toda su forma.
Sin pausa me consume el calendario,
suspendido en algún lugar de mundo,
y asciende la humareda de no sé
qué tiempo o qué recuerdo que he perdido.
Hasta que un instante, sin más, todo
cae porque pesa poco la ceniza.
UNA PIEDRA
Coge una piedra de un lugar querido.
Mientras caminas, llévala en la mano
como quien va cogido de otra mano,
porque es ella también la que te lleva.
Explora su relieve entre tus dedos,
cómo transmite su frescor umbrío
y su pequeña fuerza, ahí, en tu palma.
No tiene más edad que tú esta piedra,
ni más ni menos ser que el tuyo ahora.
Siempre estuvo esperando a que pasaras:
para marchar contigo, y tú con ella.