domingo, 3 de julio de 2022

Miguel Martínez

Poemas extraídos de "Viajes a una fresa" y "Filosofía de la cuchara".

 

El país de Justoantes

 

El instante en que apagan las luces del teatro

cuando el telón comienza a subir poquito a poco

y yo busco tu brazo ilusionado.

 

El primer trago de cerveza justo antes

cuando estalla en el paladar anticipado

de tu imaginación.

 

Los minutos previos al partido decisivo

cuando todos jugamos como Messi

y marcamos nuestro golazo del siglo imaginario.

 

Ese momento en que por fin te sientas

abres el libro

y las palabras se colocan en sus puestos.

 

El pasillo de miradas y sonrisas

que atravesamos acelerando el paso

para llegar cuanto antes

al salón del primer beso.

 

Ese mordisco en la sandía del universo

que son las primeras noches de verano

cuando comienza a despertarse

el leopardo de las constelaciones

y todo es un misterio de luz y olor a nuevo.

 

La fiesta de saber que mañana es fiesta

el baile de la víspera del baile

el único momento de felicidad completa

justo antes de que la felicidad empiece.

 

Porque luego nunca es para tanto

París es más bonito en las películas

el gol de tu vida da en el palo y sale fuera

te pasas la función pensando en el beso a la salida

y con el beso tampoco descarrilan los planetas.

 

Hay un robo en todo lo que empieza

algo se pierde para siempre

en el cementerio de lo que no sucede

hay un crimen contra la oscuridad

en cada luz prendida.

 

Ojalá pudiéramos hacernos un palacio

en el pequeño país de Justoantes

alegres como dioses tristes

reinar allí una temporada

emperadores de la nada

dueños de la única esquina de este mundo

que las sucias manos de la realidad

no alcanzan.

 

 

 

Teatro del absurdo

 

“Las lágrimas del mundo son inmutables.

Por cada uno que empieza a llorar,

en otra parte hay otro que cesa de hacerlo”.

Esperando a Godot, SAMUEL BECKETT

 

 

En el segundo exacto en que aterrizó

la bomba de Hiroshima

hubo alguien en algún lugar del mundo

que no podía abrir un bote de guisantes.

Mientras caen los cuerpos

desde la planta 65 de las torres gemelas

en la planta 18

una mujer sale del baño

y sonríe aliviada ante el espejo.

En el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau

se eleva cada jueves una columna de humo negro

mientras en el roble más cercano es primavera

dos mariposas amarillas hacen el amor y son felices.

El mismísimo día del fin del mundo

se seguirán rompiendo los calcetines por el dedo gordo.

 

Pero bajemos a tu vida:

¿Recuerdas el momento en el que comprendiste

que habían dejado de quererte?

La noche interminable

bajo el cielo intoxicado de septiembre

y aquel sabor a whisky y aquella horrible telaraña,

pues al día siguiente aunque ya no lo recuerdes

el sol saltó del horizonte como un niño de la cama

te cepillaste los dientes como siempre

y luego pisaste un chicle de camino al metro.

 

Después de tu muerte o de la mía,

ojalá que sea dentro de muchos años,

ese mismo día por la noche

seguirá estando rica la tortilla de patata

alguien que nos quiso con locura volverá del tanatorio

se rascará la espalda y encenderá la tele a ver qué ponen.

 

Detrás de cada aquíyahora

siempre hay una allídespués agazapado

unos metros más allá de lo terrible

habrá alguien que silbe

de una patada a alguna piedra

y siga caminando.

 

Empezamos a intuirlo

la gran tragedia humana

no es que echemos de menos un guion bien construido

ni un teatro mejor iluminado

ni siquiera que nos falte el Director de escena

la verdadera gran tragedia es

sencillamente eso

que no hay tragedia.

 

 Conversación imposible en el museo de Ciencias


No sé por qué

pero miro tus piedras y tus huesos

detrás de este cristal

y te imagino triste.

Y hoy en el interior de mi cráneo,

tan parecido al tuyo,

me gustaría que nos sentáramos, abrir una cerveza fría

y hablar de hombre a hombre

hasta la noche.

 

No te lo vas a creer

pero todo parece indicar que de momento

vamos ganando.

 

Los mamuts esqueletos bajo tierra

las serpientes cada vez molestan menos

los leopardos, las panteras y los osos

nos evitan las pisadas en el bosque.

 

Los terremotos cada vez más previsibles

hasta las enfermedades han retrocedido

aunque no lo suficiente

para ellas nunca es suficiente.

 

Hace mucho que dejamos las cuevas definitivamente a los murciélagos

vivimos en pequeños orificios más cuadrados

sin arañas ni goteras.

Menos frío

Menos hambre

Menos bosque

Más palabra

Más locura

Mismo miedo

 

Hemos ocupado el mundo con sangre, paciencia y carreteras

lo hemos llenado de gente como tú, como nosotros.

 

¿Te acuerdas de aquel hueso redondo             

que te iluminaba el cielo por la noche?

Ahí sigue,

cuando vuelvo a casa   

lo miro casi con tu mismo asombro

aunque no pueda separarlo de la palabra “luna”
ni de tres o cuatro canciones con guitarra

ni de un tipo flotando en traje de aluminio.

 

No sé si llegaste a distinguir el ruido de la música

pero creo que inventaste la belleza

la tarde que puliendo flechas

te dio por guardar aquella piedra

tan negra, tan lisa, tan distinta

tú no notaste nada

pero allí estaban escondidos el Partenón , Rembrandt

la novena de Beethoven,

Shakespeare, Marilyn o Stanley Kubrick.

 

Por eso quiero brindar contigo

por tus alas de ambición

y tus garras de pregunta.

 

Gracias por quedarte mirando aquella puesta de sol inútilmente

por el deseo girando en tu pupila

y el orgullo sin nombre de tu especie

gracias por el fuego y el hacha y la ternura.

 

Por ponerte de pie hasta hacer que al suelo

le naciera para siempre el horizonte,

por tu ingeniosa manera de buscarle nuevos

e intrépidos usos a la boca.

 

Gracias por el llanto y por la lámpara de aceite

por el grito y su extraña propensión a la palabra

por complicarte la vida

por el amor, tan animal y tan extraterrestre.

 

Por tus terribles ganas de estrangular al tiempo

que también son mías

que también son nuestras.

 

Y no sé qué más decir para animarte:

que tu mano en la pared aún se conserva

y que los bisontes ahí siguen

como recién pintados.

 

 Yo iba a ser Bogart

 

Ya no te acordarás

pero al principio

jugué la carta de tipo aventurero

interesante

de esos que sonríen en las cafeterías

cuando se cierra el plano  

a pesar de que la peli es triste.

 

Un poco Bogart…

aunque es verdad,

siendo sinceros,

que con bastante menos clase

 y peores diálogos,

pero sin mala hostia.

 

Desde el vestíbulo

cualquier tugurio parece interesante.

Yo te dejaba allí para que vieras

en penumbra el resto de la casa

la parte presentable

es decir

que tengo mundo interior

que he leído a Platón y a Raymond Carver

que he visto algo de mundo

que escribo cosas parecidas a poemas

y ese tipo de sandeces.

 

Dos años después

y a estas alturas

tú ya sabes que no era para tanto

sabes de sobra

que vivo en tres bombillas

escondo muertos en la nuca

lleno el tiempo de escarabajos huecos

y desayuno convertido en una cabra.

 

Otro pobre hombre

tan cobarde y egocéntrico y obseso  y …

debo repetir lo de cobarde.

 

Pero hoy, no sé,

la tarde se ha quedado en calzoncillos

y todas esas máscaras danzaban por el suelo

así que he decidido…

¿por qué no?

 cambiar de carta.

 

Voy apostarlo todo a tu ternura

voy a creer del todo en mi torpeza

como Chaplin

con toda mi miseria por delante

 

por si te apetece

por si todavía

 

por si nunca es tarde.

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