Involución
En el año 1600 Giordano Bruno fue quemado vivo en la hoguera
después de que la Inquisición romana lo declarara hereje por defender que la
Tierra no era el centro del sistema solar y argumentar que el universo era
infinito.
Años más tarde la iglesia Católica condenó a Galileo por
defender que la Tierra giraba alrededor del Sol y que ere este el centro del
mundo. Así, pasó Galileo sus últimos años recluido en su casa de San Giorgio y
suponemos que murmurando entre dientes “Eppur si muove”.
Hace no tanto, en 1915, Alfred Wegener fue atacado de manera
hostil e incluso violenta por encontrar la similitud entre los perfiles del
América del Sur y África y defender así, que ambos continentes debieron estar
unidos en algún momento del pasado.
Miles de personas muertas o condenadas por creer en la
ciencia, en sus descubrimientos o practicar la medicina, y hoy, en pleno s. XXI,
un señor de cuyo nombre no quiero acordarme nos invita a luchar contra un virus
inyectándonos desinfectante para volver después a su Casa Blanca, sentarse en
su sillón de piel, poner los pies encima de la mesa, atusarse el pelo y dar
gracias a Dios por iluminarle en estas horas oscuras.