lunes, 27 de abril de 2020



Involución


En el año 1600 Giordano Bruno fue quemado vivo en la hoguera después de que la Inquisición romana lo declarara hereje por defender que la Tierra no era el centro del sistema solar y argumentar que el universo era infinito. 

Años más tarde la iglesia Católica condenó a Galileo por defender que la Tierra giraba alrededor del Sol y que ere este el centro del mundo. Así, pasó Galileo sus últimos años recluido en su casa de San Giorgio y suponemos que murmurando entre dientes “Eppur si muove”.

Hace no tanto, en 1915, Alfred Wegener fue atacado de manera hostil e incluso violenta por encontrar la similitud entre los perfiles del América del Sur y África y defender así, que ambos continentes debieron estar unidos en algún momento del pasado.

Miles de personas muertas o condenadas por creer en la ciencia, en sus descubrimientos o practicar la medicina, y hoy, en pleno s. XXI, un señor de cuyo nombre no quiero acordarme nos invita a luchar contra un virus inyectándonos desinfectante para volver después a su Casa Blanca, sentarse en su sillón de piel, poner los pies encima de la mesa, atusarse el pelo y dar gracias a Dios por iluminarle en estas horas oscuras.

sábado, 25 de abril de 2020



Por el camino empedrado baja lento y sinuoso un mantial que viene desde algún lugar aún desconocido.
Se filtra por las piedras, desaparece y vuelve a aparecer siguiendo el curso
marcado por los hombres durante la época de los romanos.
Esta calzada por la que ahora paseo fue lugar de peregrinación hacia una
ermita ahora abandonada en lo alto de un cerro.
Poco queda de ella salvo la magia del silencio que acuna el lugar, y en estas horas, mis deseos de encontrar la paz, la fe o la esperanza en un ser superior que guíe mi camino.
No sé de rezos así que cierro los ojos, respiro profundamente y espero la iluminación divina o al menos alguna señal. Pero nada de eso ocurre. Entonces llega hasta mí el olor de los naranjos que rodean la ermita. Abro los ojos y contemplo el valle y el canto de algún pájaro al que no sé ponerle nombre y es entonces cuando descubro lo místico de este lugar: la naturaleza imparable abriéndose paso entre los muros abandonados, el canto de las aves, los naranjos floreciendo y el agua corriendo por el camino, libre de todo mal.
Amén.